Bailando con las manos

En una época donde todo baile parece implicar de manera necesaria un caño y alguien semi desnudo, este video es un soplo refrescante en un desierto de mediocridad. Un trío compuesto por Suzanne Cleary, Peter Harding y el videasta Jonny Reed, crean estas piezas interesantísimas.

Por lo que veo, esto no es nada nuevo y ya generó una ola loca de fascinación previa. A tal punto que parece que el dúo fue usado para un comercial de McDonald’s (café, no hamburguesas).

Pero en fin, ¿quién dijo que mi blog tiene que ser exclusivamente de novedades jamás vistas por el ojo humano previamente?

Para más datos, les pido que visiten el sitio de esta gente: Up and over it

PS: insisto que @chicaequis es muy parecida a la protagonista del video, y @chicaequis sostiene que estoy loco.

 

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Vintage tomorrows: ¿qué nos puede enseñar sobre el futuro, jugar con el pasado?

El steampunk es una de mis pasiones. Por supuesto que no voy a ir por la vida disfrazado de caballero victoriano, pero la idea contrafactual del “que hubiera pasado sí” me fascina. Si la Máquina de Babbage se hubiera construído, y si se hubiera alimentado a vapor, y si, y si…

Como reconfortante prueba de que no estoy solo en mi locura, se está haciendo un documental sobre el tema: Vintage Tomorrows. Acá va un adelanto. Y si alguna vez lo puedo ver completo, les comentaré

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The Trip y Curb you enthusiasm

Este es un post medio extraño. Sólo es para hacer una recomendación. Si tienen tiempo (y ganas de hacer downloads porque me parece que no las dan en ningún canal de aire o cable) les recomiendo mucho, muchísimo, dos series (que a su vez, vinieron recomandadas por Ilfratan, el hombre más canchero del mundo): Curb your enthusiasm y The Trip.

No me voy a poner a explicarles de qué va cada una (o sí. Curb es sobre un tipo que hace todo lo que todos haríamos si no estuvieramos trabados por las normas sociales y The trip es más sutil, son dos amigos, de viaje que charlan).

Más allá de qué tratan las series en sí, encuentro que ambas me gustan porque tienen algo en común. La ausencia de guión, o al menos la ausencia de guión convencional, donde cada palabra está marcada y definida, por una elección de un guión “genérico” donde los actores se ponen de acuerdo en cómo empezar y como terminar, pero el camino “se hace al andar”.

Por un lado, el talento de Larry David (el creador de Seinfeld junto a… bueno, junto a Jerry Seinfeld), por el otro, Steve Coogan y Rob Brydon. Por un lado, Curb your enthusiasm, por el otro, The Trip.

Humor inglés, humor americano

 

 

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The seed & the sower

Las calles de Buenos Aires tienen ese “no sé qué”. Y a veces nos pueden dar grandes sorpresas. Y ni hablar de las librerías. Yendo al cine un sábado a la tarde junto a @chicaequis, decidimos entrar -y conociéndonos, con el riesgo de llegar tarde a la función- a una librería de libros usados. Tilingo como soy, decido urguetear por la sección de libros en inglés.

No lo podía creer.

Un libro que figuraba como agotado en Amazon (y que tenía en mi wish list para cuando alguna vez apareciera) estaba delante mío. Ahí. Edición inglesa, del 66. El libro en cuestión: The seed and the Sower, de Laurens Vand der Post.

Les cuento como nación mi interés por esta obra. Los que me conocen saben que, junto con mi enofilia, también comparto pasión con la sakamotofilia, es decir, me gusta mucho la música de Ryuichi Sakamoto. Es así que, alguna vez, leí algún sitio sobre la pelicula “Merry Christmas Mr. Lawrence / Furio”, donde la música es de Sakamoto y es uno de los actores principales junto a David Bowie.

Leyendo, me entero que la película estaba basada en un libro de un militar inglés (sudafricano de nacimiento) que había estado prisionero de los japonéses en Java, durante la segunda guerra mundial. El libro era medianamente autobiográfico (Laurens – Lawrence… no sé si me entienden) y es un relato sobre la guerra, la dignidad del ser humano, el deber, el amor, el odio, la vergüenza y el honor.

En resumen, por esa vueltas del destino, pude leer por sólo 20 pesos argentinos (menos de u$s 5) el libro de Van der Post y -obviamente- ahora quiero volver a ver “Merry Christmas Mr. Lawrence”.

Ah, y como decía Pancho Ibañez: todo tiene que ver con todo. Ahora me enteré que la canción principal de la película, Forbidden Colours, está basada en un libro de igual nombre de Yukio Mishima sobre la homosexualidad y el código de vida samurai. Moraleja: otro libro para el wish list.

Y la rueda para leer nuevos libros, nunca para.

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Mokõipa irundy aravo pe Paraguái (o 24 hs. en Paraguay)

El 4 de agosto tuvo el tremendo honor de ser invitado a ser unos de los speakers del Jump! Interactivo 2011 en Asunción, Paraguay. Y digo tremendo honor porque -por un lado- la gente con la que tuve el gusto de compartir el escenario fueron realmente brillantes. Empezando por Daniel Granatta (@danigranatta), Director General Creativo de JWT en México. Dani, aparte de derrochar simpatía por los cuatro costados, es autor del blog Gorditos y Bonitos al que recomiendo con especial ahínco. También fue de la partida oratoria Tiago Marcondes (@eusouafavor) , el absolutamente bilingüe (aunque él no lo sabía) Director de Arte Digital de Almap BBDO Brasil. Finalmente, otro argentino: Martín Latrechina (@latre) , Director y Socio fundador de Nix Digital, amante de New Order, de los sandwiches bien hechos y de las conversaciones inteligentes. Pero si se acuerdan del comienzo del parrafo, dije “por un lado”. Ahora viene el otro: lo organizadores. Fue maravilloso conocer gente como Rodrigo Villamayor Viñales (@rodrigovilla) de FresscaEnrique Ruiz Diaz (@quikeruizdiaz) de Inspired, que fueron las entidades organizadoras.

Más allá de que tuve la oportunidad de comer chipá (que me fascina) y conocer y probar el mbeyú (mi nueva comida paraguaya favorita), tuve la chance de conocer el mercado digital paraguayo de primera mano, y les puedo asegurar que la revolución que va a conocer ese país, no tiene antecedentes en ningún otro lado. La razón: durante años el Estado monopilizó el servicio de acceso a Internet a través de su propia empresa de telecomunicaciones (Copaco) lo que hizo que cualquier servicio de ISP fuera caro y lento. Pero -después de la desregulación- pude ver una explosión de empresas ofreciendo servicios de banda ancha.

Ahora, imaginen un mercado que, por decirlo de alguna manera, “larga de cero”, pero con conexiones broadband. Es cierto que -al menos al comienzo- serán pocas, pero la realidad es que a fin de cuentas van a obtener el 100% de conexiones a Internet en banda ancha. Esto los puede poner, en términos comparativos, en el mismo lugar de Corea. No hay que preocuparse por conexiones lentas, porque simplemente NO EXISTEN.

En resumen: Paraguay está en el lugar correcto (y en el momento correcto) como para transformarse en uno de los mercados más interesantes de la región, o al menos, del Mercorsur. Y con gente como Rodrigo Villamayor o Enrique Ruiz Diaz, están el camino correcto.

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On Some Faraway Beach: The Life and Times of Brian Eno

 

Las pocas almas lectoras de este blog saben que soy un “Enófilo” perdido. Realmente me resulta fascinante la habilidad que tiene esta persona para conectar temas disímiles, asociar, como diría Filmus, es “de los que piensan”. Y fue por eso que me compré (y no en versión Kindle, sino en versión papel tapa dura), On Some Faraway Beach: The Life and Times of Brian Eno, de David Sheppard.

El libro en sí es interesante, pero supongo que si supiera de música lo que sabe el intitulado “hombre más canchero del mundo” (a.k.a. @ilfratan) lo hubiera disfrutado mucho más. Yo quería una ventana al cerebro de Eno, entender cómo piensa, qué piensa y qué cosas lo llevaron a las ideas que a lo largo de su carrera ejecutó. De alguna forma, tangencial, esa información está presente. Pero más que nada, On Some Faraway Beach es una recopilación minuciosa y detallada de cada uno de sus discos, con quién los grabó, con quiénes grabaron antes aquellos que participaron, en qué estudios, quiénes eran los dueños del estudio, como se llamaban las mascotas de los dueños del estudio y que clase de salsa prefieren en sus raivioles. En defenitiva, mucha, muchísima más información de la que un negado como yo pudiera necesitar.

Hasta ahora, EL libro de Eno sigue siendo A year, with swollen appendices, su propio diario. Pero mientras no se dedique a escribir uno nuevo, deberemos conformarnos con sucedáneos. En resumen: para el músico “name dropper”, On Some Faraway Beach va a ser una mina de oro, para aquellos amantes de Eno en su aspecto tecnofilosófico, digamos que es un viaje por un arroyo, donde aparece una pepita de vez en cuando.

 

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Pelado recumbent y con onda

Seth Godin y yo no tenemos nada en común. O casi nada. Mirén lo que puso en su blog.

Traduzco:

Salúdandome a mi mismo

Cuando voy por la bicisenda con mi bicicleta recumbent que es bastante rara, a veces me cruzo con alguien en un vehículo similar. Y lo saludo.
Lo mismo ocurre cuando una mujer embarazada se encuentra con otra en un aeropuerto o cuando dos mochileros se cruzan en una ciudad extraña.
Por supuesto, no estamos saludando a la otra persona. Nos estamos saludando a nosotros mismos.

En resumen, comparte con Seth Godin no sólo la ausencia de pelo sino la simpática elección de bicicleta reclinada.

Seth, sos groso: sabelo

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World War Z

World War Z

A mi chica, le gustan las de miedo“, decía una canción popular de los 80’s. A mi, no me gustan particularmente las de miedo, y aunque tengo en mi haber más de un Stephen King, me gusta más la narrativa en sí. Y este es uno de esos casos. Sugerido por el “alma gemela” Carlos Penzini, decidí que le tenía que entrar a World War Z cuando Carlos me avisó que Paramount había comprado los derechos para hacerla peli, y protagonizada por Brad Pitt. “Le gusta a Penzini, la van a hacer peli y tengo algunos títulos de Max Brooks en mi wish list de Amazon. ¿Qué puede fallar?”.

Y de hecho, no falló nada. Brooks (el hijo de Mel, para los que les gusta la onda E!) escribió un libro divertido, de esos que uno -cuando lee esperando que te atienda el médico- en algún lado desea que algún paciente haya llegado tarde para que tener unos minutos más de lectura ininterrumpida.

La premisa es simple: un día se soliviantaron los muertos, se vinieron zombies y empezaron a morfarse el planeta. Bueno, no al planeta no: a los seres humanos que habitaban el planeta. El libro narra los recuerdos de la Guerra Mundial contra los Zombies desde el punto de vista de diferentes protagonistas. Batallas, pequeños dramas, momentos épicos y un guión que -el mismo Brooks lo reconoce como sensei- hace que George Romero sonría satisfecho.

En definitiva: libro pochoclero si los hay, con el que me divertí como loco.

Ahora voy a poder ver la película, y mientras me ajusto el monóculo, decir con cara de estirado: “Sí, la película es buena, pero el libro es mejor. Lo leí hace unos años”.

Priceless.

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Si escuchamos, no leémos

Si suena, pero no se lee ¿es un libro?

Hace unos días, gracias a la enorme generosidad de mi amigo Santiago Troncar, tuve la oportunidad de probar -por primera vez- la experiencia del audiobook (le podemos decir audiolibro, que no pasa nada). En este caso, era uno de Seth Godin llamado “Poke the Box“, que tiene como premisa “menos tralalá y más hacer”, para decirlo corto y rápido.

Como tenía que ir en un vuelo a Asunción para dar una charla (tema que será de otro post aparte), me coincidía exactamente la duración de audiolibro con el lapso del viaje. Encerrado en un tubo de aluminio presurizado durante 2 horas, usé la capacidad de reproducir audio del Kindle y me entregué a las manos (a la voz, debería decir) del buen Seth, que no sólo era autor, sino que también era el narrador. Y único lector.

Y ahí está la cosa.

El que leyó “Poke the Box” no fui yo. Seguro que puedo contar de qué trata el libro, puedo incluso hacer un review, pero no leí nada. Asistí a una conferencia de Seth Godin. Una conferencia que duró dos horas. Pero no fue un acto de lectura, fue un acto de escucha. Y si no se lee, no sé si está bien llamarlo libro. Audioconferencia, tal vez. Audiosarasa. Pero no audiolibro.

Entiendo que -con la misma fuerza de este argumento- cualquier lector de este blog puede decir: “Ahhh, claro, ahora te hacés el conservador, pero bien que hace unos posts nomás estabas alabando el Kindle como e-reader diciendo que era el mejor invento del mundo desde la leche en polvo y los antibióticos. ¿Ves como sos? Si amás al objeto libro, no podés amar ninguna de estos formatos apóstatas. El papel es papel, viejo“.

Y si alguien me argumentara eso, le diría que no es así. La experiencia que -al menos a mi- me transporta al Shangri-La de la felicidad es la lectura. Puede ser la lectura del diario, puede ser la lectura de un libro papel, puede ser la lectura de un comic. Leer. No me importa el soporte, pero siempre leer. Y es ahí donde el audiolibro me falla. Si bien es el mismo contenido, no ejercí el músculo lector, la mecánica de mover los ojos de lado a lado, de cambiar de página (sea mojándome el dedo, sea haciendo click).

En resumen, a mi amigo Santiago le doy las gracias. Primero porque lo que decía Godin estaba bueno, me hacía falta escucharlo y una vez más, le voy a deber un favor moral. Y segundo, porque sé que ni loco me compro un audiolibro, salvo que -espero que nunca me pase- alguna razón de fuerza mayor me impida leer.

 

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Open source Me


Ciertas cosas aparecen de a poco o de golpe. Me gustaría entender a que se deberá. Pero me estoy abriendo de tema. En el cumpleaños de Santiago Troncar, otro Santiago me mostró un aparatito que llevaba “puesto” -en una primera instancia pensé que era un USB drive muy canchero-, llamado Fitbit. Me explicó que, en realidad, era un cuentapasos, un medidor de calorías quemadas a lo largo del día, medidor de distancia recorrida total y de calidad del sueño. Me pareció un device simpaticón, pero dado que no podía contabilizar mi andar en bicicleta, no me pareció “idóneo” para mi vida, así que quedó en el rincón de “cosas-interesantes-que-usan-amigos“.

Hace un tiempo, a través de un post de  gizmodo, me llegó la info del Wakemate. Y ese sí que me pareció un aparato interesante. El wakemate es una pulsera que analiza las horas de sueño a través de una tecnología llamada Actigraphy (¿se traducirá como Actografía y Actigrafía? Me gusta más la segunda). La actigrafía permite detectar los diferentes ciclos de sueño, por lo que uno le dice al wakemate “me tengo que despertar como muy tarde, a las 08:00” y el aparato va a buscar -en ventanas de 20 minutos- el mejor momento del cliclo R.E.M. para despertarse fresco como una lechuga y evitar la crueldad del despertador que te arranca desde las más oscuras profundidades de ciclo alfa.

Tanto me gustó que estoy esperando que alguna “víctima” venga de U.S. para que me lo traiga.

Y en este contexto, llego la edición de julio-agosto del MIT TEchnology Review con una nota de tapa que dice: “La vida medida: nuevas aparatos de auto tracking podrían hacernos más productivos y sanos”.

Y ahí me di cuenta que una vez más, estaba ante el triste destino del early adopter.

Parece ser que la tendencia al “Quantified Self“, como le dicen los angloparlantes, está tomando cada vez más vuelo y se pone más interesante.
¿Que patrones se pueden sacar en común si todo el mundo, vuelca sus datos de comportamiento para que puedan ser analizados por otros? Claro que hay un truco: todo el mundo que vuelca sus patrones de sueño, alimentarios, sexuales o lo que quiera contar sabe que está siendo medido, por lo que con una especie de principio cuántico de las costumbres, el hecho de observar, afecta el resultado.

Pero sin ponernos “en plan tiquismiquis” (palabrita española que siempre me causó gracia), me parece que hay algo muy interesante en transformar nuestras vidas en un open source anónimo (o no anónimo si se lo desea) y tratar de extrapolar del conocimiento común, patrones interesantes.

Por lo tanto, no se extrañen si dentro de un tiempo les empiezo a contar sobre mis patrones de sueño (lo que probablemente les mejore el sueño a los lectores porque se van a quedar fritos de aburrimiento) o calorías versus actividad. Ya pedire mi Wakemate -para el análisis de sueño- y en cuanto salga, un Basis, para el análisis de todo lo demás.

Mis funciones vitales abiertas para que las vea todo el mundo.

QED, open source me.

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