Antes que nada, creo que es oportuno el disclosure: conozco a los protagonistas. Y no sólo eso: conozco el final de libro. Y estas dos cosas no sólo hacen que el libro sea mejor, sino que lo haya disfrutado de punta a punta.
Paso a contar.
En SXSW 2012, Hiram Enriquez me presentó a Amy Webb, una persona con la que un tiempo atrás hizo consultoría para algunos diarios. Amy estaba con su marido Brian. Era la hora de la cena, hacía hambre, por lo que decidimos ir a los food trucks que, como ya comenté en algún otro post, son una parte importante de la dieta básica en SXSW.
En mi caso -como es costumbre- elegí un camión de hamburguesas y Brian decide lo mismo. Ipso facto nos ponemos a hablar, lo de siempre: de dónde sos, de Argentina, uy qué lejos, nunca fui, quiero ir, está bueno. Pero todo esto fue en 5 minutos donde, como por arte de magia, se armó esas ondas que decís: “¡Qué buen tipo este pibe”.
Con nuestras hamburguesas en la mano, volvemos con Brian a la mesa de comer de pie donde estaban Amy -su esposa- e Hiram, mi colega. Allí seguimos hablando de qué lindo estaba SXSW cuando le pregunto a Brian de qué medio era. Descarté que siendo Hiram, Amy y yo periodistas (o lo más parecido a lo que nuestras carreras nos habían transformado), Brian sería también de algún medio. “No, no soy de medios: soy optometrista”. Realmente me costó imaginar a esta persona con una bata blanca preguntando qué letra es esta, pero era así. Medio mezcla de Evan Handler con Brian Eno, me quedé con ganas de conocerlo un poco más.
La hamburguesa se acabó, nos saludamos, cambiamos tarjetas y no nos vimos más. De todas formas, siempre recordé a Amy Webb y a su marido Brian por un detalle que me comentó Hiram un poco después: “¡Qué buena onda parecen ser los dos!, ¿no?”. “Sí“, me respondió Hiram. “Y lo más increíble es que se conocieron por internet”.
Poco podía imaginar yo que en la SXSW del año siguiente, Amy iba a presentar su libro Data, a love story. ¿De qué trata? En buena parte de la presión familiar para conseguir una pareja, pero por la otra, como hizo una especie de SEO / SEM del amor y utilizó tdo su conocimiento de optimización de la información luego de que los servicios de citas de internet le ofrecieran unos personajes a cuál cada vez peor.
Como se imaginan, la historia tiene final feliz: luego de “hacking the system” (que cuidado que no fue hack lo que se dice un hack tanto como SEO o SEM no es hack de Google), Brian apareció en su vida.
El día del lanzamiento de su libro tuve otra conferencia y no pude ir, pero Amy tuvo la gentileza enoooorme de regalarme una copia dedicada.
Si tengo suerte, en el SXSW del año que viene me voy a volver a cruzar con Amy Webb y con Brian Woolf, su marido.
Conociendo la historia de ambos, es como si -de alguna manera- ahora fueran amigos cercanos, como si hubieramos charlado durante horas en el living de casa y nos hubieran contado, con lujo de detalles, las mejores anécdotas de cómo se conocieron.
Si el libro tiene algo lindo, es eso: la cercanía y la voz de Amy. No sé si existe una edición en castellano (si no la hay, debería haberla), pero si pueden, no dejen de leerlo para que cuando compren los derechos para hacer una comedia romántica para el cine o la televisión, puedan decir: yo leí el libro antes (o por lo menos, lo conocía)
De todas maneras, yo siempre les voy a ganar: yo comí una hamburguesa con la autora y el co-protagonista.
Y si tienen alguna duda de que la historia es maravillosa, les dejo el book trailer (dato: la persona que se ve al final, parado en las escaleras, es el verdadero marido).
Me parece fenomenal la idea de este libro y tu condición de testigo privilegiado. Creo que en las relaciones de pareja el azar juega un papel definitivo, y en disolver toda estrategia hacia el otro si quiero que algo salga bien a futuro. De otro modo (medio física cuántica esto) la interacción con la partícula afecta el experimento. O sea, en lo personal huiría de Amy como de la peste. Es más: propongo el epígrafe a la foto de la tapa, del estilo “La espontaneidad te la debo”. Sospecho que el wannabe husband no lo dirá para no atentar contra futuras regalías, pero no se habrá sentido un poco headhunteado? En fin, para el segundo libro, el del divorcio, propongo: “Sho no seré un mero registro / de tu base de datos” que puede ser un estupendo bolero del siglo XXI. Au revoir amigazo!
No sé si lo he dicho alguna otra vez, pero la pluma de Daniel Collico me parece maravillosa.
Daniel, como no hay botón, te lo escribo: me gusta! Me mataste, man.
Quién hubiera dicho que se podía cazar un lobo con una telaraña?!?!