Epifanía gástrica

Todo comenzó como un error.
En un primero momento, el culpable parecía ser una Cindor tibia que había tomado a la madrugada. Sin poder usar la bicicleta por un fuerte dolor de garganta, pensé que -raro en mi- desayunar algo caliente me iba a hacer bien.
Sin embargo, a medida que avanzaba el día, las sospechas iban cayendo sobre lo que -finalmente- serían los culpables: las cuatro salchichas.
¿Qué salchichas? -me preguntó mi mujer.
Esas, que estaban en la heladera… en un paquete abierto, en el cajón de los fiambres -respondí con esa voz que es una mezcla de respuesta con pregunta implicita.
Ramiro, esas salchichas estaban para tirar y no sé por qué nadie las tiró. ¡Deben estar ahí hace más de un mes!
Y el circulo se cerró, se hizo la luz y supe quién -en este caso, quienes- eran las culpables.
Me la pasé yendo al baño. Varias veces, siempre precedido por un retortijón de esos que te obligan a decir esa mezcla de “uuuugh” con “mmmm” que sólo el dolor de estómago provoca: el “uuuummmmmghhh”.
Pero más allá de mis avatares intestinales, vamos al tema del post (que a pesar de todo el texto transcurrido, no es el tema central).
Estando varado junto al inodoro en varios momentos del día, tuve oportunidar de probar relativamente a fondo la Blackberry con Wi-Fi que me dieron (N. del A: blackberry usada que llegó a mis manos por un empleado que la había devuelto. Todo gasto superfluo -y no tan superfluo- está prohibido durante el 2009).
El punto es que sentado en el baño, con el aparato en mano (chistes obvios abstenerse) me dispuse a chequear mis mails, tanto de la cuenta corporativa como en mi Gmail desde el ícono que bajé al desktop. Y después revisé el status de la gente que sigo en Twitter con el cliente Twitterberry, luego revisé el estado de la gente a la que sigo en Facebook. En Twitter uno de mis cantantes favoritos había hecho un tweet que apuntaba a su blog, por lo que fui al blog de Thomas Dolby y leí el post en cuestión. Por último, revisé la edición para Blackberry de Clarín (de pasó cargué el ícono en el desktop del fono) y luego hice lo mismo con LaNación Online.
¿Se dan cuenta? No sé ustedes, pero yo tuve una -vamos a llamarle- epifanía gástrica.
Gmail, Twitter, Facebook, blogs realmente sentí que tuve el mundo en la palma de mi mano mientras tenía el tujes en la taza del inodoro. Más allá de lo despropocionado de los extremos palma de la mano – mundo vs. tujes – inodoro, realmente me quedé sorprendido: hace 5 años, lo que acababa de hacer (con la blackberry, no lo otro, que lo vengo haciendo desde que naci) hubiera sido absolutamente imposible. Me pareció sorprendente y me sentí contento de ser, aunque sea una una medida totalmente nano, parte de esa revolución.
Seré medio tarado, pero a pesar del dolor de estomago, durante el resto del día me quedó dibujada una sonrisa.

Posted in Personales | 2 Comments

2 Responses to Epifanía gástrica

  1. Ruy says:

    Sabés que yo hago igual: todo lo que tengo para tirar, lo guardo en la heladera. Y en el tacho tengo la comida fresca.

  2. Por esos instantes de epifanía suprema es que ser un early adopter pasa de ser una condena a un placer.

    Salú hermano, te acompaño el sentimiento.

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