Alguna vez comenté en este blog que mi bicicleta no es usual, sino que es una bicicleta reclinada o “recumbente” (recumbent o simplemente bent, en inglés) y que despierta más de una mirada o comentario cuando circulo por la ciudad (el rango oscila entre el “¡Heeeeoouuuuuuuuuuu!” obrero, pasando por la sonrisa cómplice, hasta la persona que pidió sacarme una foto desde un auto en un semáforo)
No contento con llamar la atención con el formato de mi bicicleta (bastante geek de por sí) decidí sumarle unos gadgets que hacen de mi ir y venir de casa al trabajo, uno de los mejores momentos del día.
Voy contando uno por uno:
Tunebug shake: surround para el cráneo
Cualquier parlante está compuesto de dos partes: una bóbina y un cono. La bobina es lo vibra y el cono es lo que proveé la caja de resonancia como para que se pueda escuchar. Imaginen tener una bobina que se conecte via bluetooth al mp3 player de tu preferencia y use como caja de resonancia, el casco.
Eso es Tunebug, la posibilidad de escuchar música pero sin dejar de estar atento a los sonidos a tu alrededor. Ese bocinazo del 152 que amenaza pisarte, ese motor de taxi que se aproxima amenazante o simplementa la ambulancia que cruza en rojo porque tiene activada la sirena. Todo esto no lo escuchas con auriculares, pero con el Tunebug shake, no problem.
Nutcase Watermelon: la mayor diversión que tuvo casco alguno
Hay que usar casco. No es opcional. ¿Queda claro? Hay que usar casco. Todos, repitan conmigo: hay.. que… usar… casco. Bien. Lección aprendida. Pero usar casco no tiene que significar ser un amargo. ¿Por qué no un casco sandía? Eso es el Nutcase Watermelon. Un toque de humor.
La particular forma de la bicicleta reclinada hace que no se puedan poner espejos en el manubrio. Por lo tanto, ver hacia atrás es imposible: girar la cabeza también es dificil debido a la posición de manejo. ¿Solución? ¡Pongamos el espejo en el casco! Cycleware reflex es como los espejitos espía que venían en la revista Anteojito de mi infancia, pero más refinado, digamos. Un espejo que se puede ajustar, subir, bajar, quitar o poner según haga falta.
Poste con banderín de alta visibilidad
Las bicis reclinadas, como la que ilustra la imágen de más arriba, son mucho más bajas que una bici normal, y el colectivero promedio puede no verlas. Para evitarlo, basta con poner un simpático poste flexible con banderita de algún colo flúo.
En definitiva, una sumatoria de artilugios que -lo admito, soy culpable- llaman la atención, pero hacen la vida del ciclista que hay en mi, mucho más fácil. Es sí, por la calle me gritan de todo.
No los culpo.