¿Qué tienen contra los libros?

¡Ahh, cómo lamento que el primer post del 2013 sea tan de enojo! Pero es que no me queda otra. Les voy a mostrar lo que le pasó a un conocido y luego después saquen ustedes sus propias conclusiones y me dicen cómo lo ven al tema. O sea.

A mi amigo le gusta leer. Me alegro por él. Y como le gusta leer, se compra libros en Amazon. ¡Oh pecador!

Miren el invoice de más abajo. Más allá de por qué los libros vienen de Alemania (vaya a saber que misterioso sistema de envío utiliza Amazon) nótese el total de la compra por 184,79 dólares. Esto es, 144,87 de libros en sí y lo que resta, 39,92 dólares, es por gastos de envío.

El recibo de envío de Amazon. Acá, nada raro.

Cuando le llega el aviso de aduana (la caja era grande) mi amigo se acerca al mostrador y por cada paso que daba, el ambiente se tornaba más oscuro. Como si estuviera yendo a una zona de negrura infinita. Por el suelo empezaba a surgir hielo seco, y a lo lejos, se escuchaba un órgano de iglesia que -tenebroso- ejecuta los primeros acordes de la marcha inmortalizada por Hugo del Carril.

Vengo a retirar esta encomienda. Son libros -gritó mi amigo a la nada, trátando de hacerse oír entre los relámpagos y truenos que, inexplicablemente, sonaban en el lugar-. Son libros -, repitió como, si de alguna manera, el sonido de las palabras alejaran a los demonios que, sin duda ya, habitaban el lugar.

Mientras que desde el órgano se escuchaban los acordes correspondientes a “un grito de corazón”, apareció una nube infausta, que poco a poco tomó forma corporea. Dos ojos sin alma se posaron sobre mi amigo. Y con la voz del 46% de almas en pena, la sombra gritó:

¡Libros, libros! -desgarró en el aire el terror hecho sombra. El órgano atronaba con la marcha, los relámpagos electrizaban el alma de mi amigo. Como un Caribdis postal, lo atraía hacia un destino que sabía amargo, la Escila de la puerta le decía que se iría sin sus libros. El no hombre levantó una mano de huesos regordetes y como si un juez de la maldad fuera, la descargó como un martillo, sellando el destino de mi amigo.

Y si son libro’ va’a tener que pagar el cincuenta, ¿vites? -dijo la sombra ya más tranquila y menos teatral.

¿Pero cómo el 50 por ciento? Los libros nunca pagaron impuestos. Mil veces compré por Amazon y no tuve que pagar.

Mirá pibe, sho no hago las norma’ ¿’tend’es? Ahora todo paga. Y acá… a ver… ah bueno, tenés como casi dosciento’ dolare acá – dijo la sombra mientras levantaba dos finas cejas wachiturras sobre lo que podía ser su cara-. Si no pagas, no te lo podés shhhhhevar -se regodeó el mal, marcando la shhh como un Gollum del GBA.

Bueno, no sé, entonces lo pago -dijo mi amigo, vencido.

Y acá está la prueba de la infamia: sobre 184,79 dólares, unos 92,40 dólares más en concepto de impuestos. Igual que un electrónico. En total, un toquecito de 449,34 pesos.

Y así nomás, el 50% por arriba del valor de lo enviados. Para los libros y las libras.

Ahora bien, vamos al placard y ayúdenme a desempolvar mis títulos de Licenciado en Ciencias Políticas y Licenciado en Relaciones Internacionales.

Las materias que más me aburrían -siempre- eran las referidas al Derecho. Pero una de las cosas que me acuerdo, es algo que se llamaba “Pirámide de Kelsen”. No sé quién era Kelsen, como era él, ni a qué dedicaba el tiempo libre, pero sí recuerdo que armó una pirámide en donde, con mucha lógica, explicaba que había un “orden legal”, es decir, que un edicto municipal no podía ser contrario a la Constitucion Nacional, que ésta última tenía una preeminencia, que era la “ley suprema de la Nación” (¿les suena? ¿leyes anticonstitucionales? O sea.)

Si recuerdo correctamente, el orden era (de mayor a menor importancia)

  1. Constitución Nacional
  2. Tratados Internacionales.
  3. Ley sancionada por el Congreso
  4. Decretos del poder ejecutivo.
  5. Leyes provinciales
  6. Decretos provinciales
  7. Ordenanza municipal
  8. Edicto judicial
  9. Edicto policial (y me parece que este último no corre más).

Todo muy ordenadito. Ninguna cosa se puede oponer a la anterior. Y nada, pero nada de nada se puede oponer a la Constitución Nacional.

Terminado este ataque de Mariano Grondona, veamos las leyes de nuestra querida patria. Nuestros amados legisladores, convencidos de la importancia de leer aunque ellos no lean ni la edición especial de Isidorito, aprobaron la ley 25.446, llamada -y miren qué lindo nombre-: “Ley del fomento del libro y la lectura”. Tomá chocolate.

En esa ley, hay un artículo, el 12, que dice: “La exportación e importación de libros y complementos estará exenta de todo impuesto, tasa o gravamen. La exportación de libros editados y/o impresos en el país gozará de un reintegro igual al máximo de los otorgados a los productos manufacturados. “ Es decir, que si traigo un libro de arafue (lo importo) no pago impuestos. Más claro, imposible.

¿Hasta acá todo bien? Seguimos.

Pero existe un decreto de la época de Carlos Menem, el 161/1999 que establece lo que llaman un “régimen simplificado opcional de importación definitiva”. En el artículo 8, tiran la frase matadora: “La importación para consumo de mercadería mediante el procedimiento simplificado actualmente vigente, estatuido en el marco del Decreto N° 1187 de fecha 10 de junio de 1993 y en los Artículos 550 al 559 del Código Aduanero, queda sujeta al pago del derecho de importación y cualesquiera otros derechos, impuestos, gravámenes y tasas de cualquier naturaleza, unificándoselos en una alícuota del CINCUENTA POR CIENTO (50%), aplicable sobre el valor de la mercadería según lo establecido en los respectivos regímenes”.

Y para que ese decreto “funcione” la AFIP lo reglamenta, a través de Resolución General de la AFIP 501/99 que dice en su artículo 1.2: “Cuando el valor del envío supere el monto de DOLARES ESTADOUNIDENSES VEINTICINCO (U$S 25), se procederá a la liquidación del tributo único del CINCUENTA POR CIENTO (50%) por el exceso, confeccionándose la póliza respectiva en los Formularios OM 927 A y OM 927 B, según corresponda”.

¡Epa!, dirán ustedes. Eso no se puede hacer porque iría en contra de una ley, la ley 25.446 (ya que se saben el número, lo tiran como para quedar cancheros).  De hecho, el papelito de la AFIP, en el ángulo inferior izquierdo, dice OM 927 B bis, es decir, que es la liquidación del la resolución de la que hablámos más arriba. Pague primero, averigüe después.

En resumen tenemos:

  1. Ley sancionada por el Congreso (ley 25.446)
  2. Decretos del poder ejecutivo (Decreto 161/99)
  3. Resolución de la AFIP (501/99)

Yo no soy abogado, no soy constitucionalista, pero la ley ¿no está por arriba de los decretos y las resoluciones? Estoy seguro de que es así y estoy seguro que alguien se está pasando el código civil, la Constitución Nacional y el invoice de Amazon por allá, por dónde el sol no llega y se está matando de risa.

No me importa.

Mentira. Sí me importa.

Y no me gusta nada de nada.

Y volviendo a un lema del año pasado. No jodan: #liberenloslibros.

 

 

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7 Responses to ¿Qué tienen contra los libros?

  1. Marcos Malamud says:

    Hola Ramiro,
    3 cosas, primero esta mal que incluyan en el impuesto el shipping charge (porque es un costo de envío y no un material tangible e importable).
    Segundo, te falta sumarle al 50% el 15% de impuesto por compra con tarjeta de crédito (que teóricamente se puede descontar de ganancias, pero eso no esta muy claro todavía).
    Tercero, Yo practico arqueria (arco y flecha), estoy federado en FATARCO (la asociación para tal fin) y practico este deporte olímpico en forma amateur, por lo que necesito determinados implementos que NO SE FABRICAN aquí ni en Latam, por eso importe accesorios que necesito, por tal fin pague como impuestos el total de 76,6% sobre el precio imponible – incluyo aquí el 15% de la tarjeta de crédito (que también me MAL cobraron el envío en este caso usd 91), así que si baso el calculo de imposición sobre los bienes netos, me cobraron usd 190 de impuestos sobre usd 210 de materiales, es decir 90% !!! WTF ???

    Asi que termino este comentario como “¿Que tienen contra los arqueros?” #liberenlosarcos jeje 😉

  2. Hernán says:

    ¿Impuesto a los libros? al vez no quieran que leas cosas impresas de afuera.
    ¿Farenheit 451?

  3. la gallega andaluza says:

    Hola Ramiro! he sido alumna tuya de Under este año! acabo de descubir tu blog, me hiciste reir un montón, es como tener de nuevo clases contigo! seguiré leyendote! saludos desde gallegolandia!

    Susana

  4. Cacho de Castelar says:

    Si los libros son en español siempre se cobro impuesto, basicamente para proteger a la industria argentina. Si son en otro idioma nunca se cobro impuesto.

    Y SIEMPRE se cobra el 50% sobre el costo+envio, es una ridiculez pensar lo contrario, o acaso amazon te subsidia el envio? es parte de tu costo de lo que traigas, en consecuencia tenes que pagar impuesto sobre eso.

    Cuando importas un contenedor las tasas se calculan sobre el costo+flete+seguro, es asi, fue assi y va a seguir siendo asi…

    Y no tiene nada que ver con el gobierno de turno o la boluda que nos gobierna actualmente

    • ramirofv says:

      Cacho:

      Antes que nada, gracias por tomarte el tiempo de leer el post y -mucho más aún- dejar un comentario.
      El caso que expongo más arriba ocurrió con libros en inglés, ninguno era en español
      Pero yendo al punto, existe una ley que dice que ese objeto (en este caso el libro) no paga impuestos cuando es traído del exterior (no específica si en inglés, castellano o un oscuro dialecto del farsí), así lo dice la ley 25.446. Por otro lado, el regimen simplificado opcional de importación definitiva dice que, en pocas palabras, todo lo que traigas por correo paga el 50% de impuestos. Pero como la ley está arriba de un decreto, en el caso de los libros no debería aplicarse.
      Y por último, creo que el gobierno de turno tiene que ver porque nunca antes se había (errónamente) aplicado y de golpe y porrazo empezó a hacerse.

  5. Rodrigo Cremaschi says:

    Acá te sacan a relucir una resolución de cuarta categoría con la velocidad de un rayo. Y la hacen cumplir como si fuera palabra divina. Ahora, una ley… ¿Qué es una ley?

  6. ¿Queres darle un toque de pimienta al asunto?
    Esa “factura” que te dan, no es factura, es un “comprobante” que no te sirve para nada, ni siquiera para deventar impuestos si pagas ganancias o si te toca hacer la declaracion jurada de bienes NO te sirve ¿Ironico que un comprobante de la AFIP no te sirve para la propia AFIP?

    Esto de sobre precios, malas cotizaciones (agradecé que vino con factura sino ponen el precio de cotizacion que ellos quieran) y todos los maltratos que vivió tu amigo, son cosas comunes y nada del otro mundo. Te lo digo yo, alguien que compra tambien afuera porque acá no se consiguen cosas.

    Lo unico que te queda, es refumfuñar en voz baja, pagar lo que te digan, hacer un berrinche al llegar a casa y tratar de disfrutar el libro por el que te obligaron a pagar.

    Saludos!

    Profesor Yeow
    http://yeow.com.ar

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