Hawainas y sorbetes

¡Greetings desde el negro espacio de no bloguear!
Comienzo a creer que de alguna manera tengo que “cargar pilas” con los textos o con las ideas que me vienen, lo que genera grandes vacíos en mis ganas de escribir o contar cosas.
Alegría, alegría, estoy repleto de cosas, con los puños llenos de verdades y con la Cruzada Idiota de la semana: la desaparición caprichosa de palabras.
Veamos:
Cuando yo era chiquito, el mundo era radicalmente diferente. No había internet, la televisión era en blanco y negro (al menos en la Argentina) y la gente, en la playa o verano, usaba ojotas.
No más.
Hoy, existe internet móvil, la tele es High-def y los bobos de Palermo ya no usan más ojotas, no señor. Ahora usan “javainas” (poco importa que se escriba diferente).
Otra tanto con las pajitas. ¿Qué pasó con las pajitas? Más allá del obvio chiste onanista ¿cuándo se transformaron en “sorbetes”? Y lo peor es que el quiosquero viejo, al comprar una Coca, me mirá y por un instante se produce ese diálogo silencioso y terriblemente veloz, que dice: “Mirá pibe, yo te diría “pajita”, pero viste como es todo ahora, capáz que te digo “pajita” y te me chivas o algo, así que a pesar de yo sé que vos sabés, haceme la gauchada y poné cara de nada” -Si querés ahí tenes un sorbete- dice señalando con el mentón.
Y a mi me dan ganas de gritar que sorbete, un ojete: que eso es una pajita.
Y ahora que estoy embalado, sumo dos más que me destrozan el cerebro: la primera ¿por qué será que a los giles ignorantes que no leyeron en su vida más que el horóscopo del chicle Bazooka, las cosas le llaman “poderosamente la atención”? ¿No conocen otro adjetivo? Si quieren así, al vuelo, les tiro una lista: me llamó mucho la atención, me resultó sorprendente, no pude dejar de notar, etc.
Y la segunda: las referencias gastronómicas a la vida cotidiana. Ejemplo: “¡Ah!… una novela deliciosa, que no tiene desperdicio”. En palabras de nuestro primer damo: qué les pasa? ¿los auspicia la Escuela del Gato Dumas y Greenpeace? Me llama “poderosamente la atención” (o sea, se entiende la broma, ¿no?) cual sería una especie de antónimo de las frases anteriores. Fíjense que feos quedan:
– Me llama debilmente la atención.
– ¡Ah!… una novela repugnante, que tiene mucho que le sobra.
Epa… la segunda tan tan mal no queda. Pero no importa: tengo razón igual porque es mi blog y hacía mucho que no escribía.
Y cierro con 2 perlas fotográficas: una de los baños de las oficinas en Buenos Aires de MTV, otro de un cartel visto hace unos días en Billinghurst y Mansilla.

 

 

A la izquierda, el cartel que hace de mis micciones un momento más terrorífico que los de aquel hombre que tenía que expulsar un cálculo. ¿Por qué -oh dioses- dos infinitivos pegaditos? ¿Por qué no un “no se olvide de presionar el botón” o un “no olvidarse de presionar el botón”? No, dos infinitvos pegaditos como chicle en el pelo. Me hace acordar a Hop Sing, el ayudante chino de “Bonaza”. Lo escucho diciendo: “¡¡Señol Caltwlight, Señol Caltwlight, no olvidal presional el botón!!”.
Y finalmente, a la derecha, la obra maestra del Grupo Chema, quienes diablos sean y que los hados les cuiden. Usted elija: cossstrucciones (2da línea) o connntrucciones (5ta línea). Espero que no se me ofendan por la crítica costructiva. O contructiva.
Y con esto me retiro por hoy.
Archívese y dese a conocer.

Posted in Berrinches | 1 Comment

One Response to Hawainas y sorbetes

  1. Ruy says:

    Me olvidé una que te puede costar la vida:
    – Lindo (NO USAR: hermoso, ni bello, ni bonito. Estás des-te-rr-ado).

    Y rematamos con esta nota de Hanglin (si no sale el link, click en Ruy):
    http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1104965

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